“Trabajó duro para 'El hombre que susurraba a los caballos' porque le preocupaba la dificultad de dirigir, actuar y fusionar todos los elementos que quería”
(Jamie Redford, hijo de Robert)
Hoy celebramos aquí el quinto aniversario de “The natural Redford”. Y, sí, también el cumpleaños de nuestro rubio favorito… ¡Muy felices 79, Bob!
Así que no hemos podido evitar el traernos para celebrarlo a Tom Booker, el hombre que mejor ha sabido susurrarle a los caballos. Vamos allá, Robert…
“Tras ‘Gente corriente', Redford afirmó enfáticamente que nunca actuaría en una película que él mismo dirigiera. Sin embargo, en pleno apogeo de su mediana edad, cambió de idea y de repente decidió dirigirse a sí mismo en una película por primera vez. La relación con Disney era perfecta y, con éxitos importantes a sus espaldas, conseguir un contrato fue fácil”
(Michael Feeney Callan, ‘Robert Redford. La biografía')
“El hombre que susurraba a los caballos” tenía como base “The horse whisperer”, novela escrita por el británico Nicholas Evans. Robert Redford conseguía hacerse con los derechos de esta novela, entonces aún sin terminar, gracias a la Disney.
“Pusieron muchísimo dinero, algo que yo jamás habría podido hacer si no hubiera contado con ellos. La historia de los derechos de ‘El hombre que susurraba a los caballos’ es una buena muestra de cómo han ido cambiando las cosas en Estados Unidos con respecto a la relación entre la industria editorial y la industria cinematográfica. De pronto comenzó a correr el rumor de la existencia de esta novela, una historia de amor muy norteamericana y ambientada en el Oeste. El autor había escrito la mitad y, sin embargo, todos los estudios se lanzaron a ofrecer verdaderas fortunas por una historia que ni siquiera tenía final. En mi caso, yo conocía los elementos básicos de la historia y para mí fueron suficientes para darme cuenta de que me interesaría trabajar en un proyecto así. A menos que los personajes decidieran viajar a otro planeta al final de la novela, nada podía impedir que la mitad que faltaba por escribir no fuera tan buena como la mitad ya escrita… Casi todos los estudios participaron, ofreciendo muchísimo dinero. Disney obtuvo el libro para que yo lo dirigiera, algo por lo que les estoy muy agradecido”
Como cabía esperar, a Redford le entusiasmó el libro. Así que se instaló, junto al guionista Eric Roth, en una casa italiana alquilada al pie del monte Santa Helena en Calistoga (California), una hora al norte de San Francisco y cerca del Rancho Skywalker de George Lucas, lugar donde Redford quería llevar a cabo el trabajo de postproducción de su nuevo proyecto.
Pero el guión de Roth no resultó lo que Redford esperaba…
“No funcionaba. Quise parar el proyecto, ya que no estaba seguro de la historia. Buscaba una fábula sobre la fe y la redención, no una historia sobre una mujer frustrada sexualmente… Quería que ambos viajásemos a Montana a ver las localizaciones, porque me parecía que éstas debían hablar en el guión, como había pasado en ‘El río de la vida’. Le pedí a Roth que viniera conmigo, para escribir mientras estuviéramos allí, pero se negó”
La Disney entonces amenazó con retirarse si se seguía retrasando la producción del film. Y Redford, como tantas otras veces, siguió la voz de su instinto, financiando personalmente el desarrollo de la película durante los siguientes cinco meses…
… y pidiendo al guionista Richard LaGravenese que se hiciera cargo del guión. LaGravenese había asistido anteriormente a los laboratorios de Sundance como consejero y Redford lo tenía en muy alta estima. También había firmado anteriormente “El rey pescador” y “Los puentes de Madison”.
Robert, además, hacía un viaje semanal a Los Ángeles para llevar a buen fin el casting de la película…
“La elección del reparto es muy importante para mí. Y suelo tomarme muy en serio la tarea de elegir actores, sobre todo porque puedo ser un poco extraño al escoger… Al mismo tiempo, como soy actor, tengo mucho cuidado que quienes se presentan a mis audiciones no se sientan mal. No soy de los que convocan pruebas interminables. Si siento que un actor o una actriz son los que estoy buscando, los contrato inmediatamente”
Su primera elección para el personaje de Annie MacLean, madre de la niña dueña del caballo, fue Emma Thompson…
“Los británicos interpretan la austeridad mejor que cualquier estadounidense. Quería mostrar a Annie como una versión de Tina Brown de ‘La feria de las vanidades’ (Vanity Fair), con un poco de la visible fragilidad de Margaret Thatcher”
Thompson no pudo aceptar el papel por problemas personales y, tras unas cuantas entrevistas más…
… le tocó el turno a la actriz británica Kristin Scott Thomas…
“En el caso de Kristin, la razón por la que la contraté al final tuvo que ver con que, mientras desarrollaba el guión, yo no estaba seguro de si iba a mantener la idea original de la novela de que ella es inglesa, o si iba a transformar el personaje en norteamericano. Pero cuando el guión llegó a determinado nivel de desarrollo me di cuenta de que era preferible dejarla como inglesa… Fue entonces cuando convoqué a Kristin e inmediatamente la contraté para el papel”
“Tenía diez años cuando vi ‘Dos hombres y un destino’ y me enamoré como una loca de sus ojos y de… ¡aquel mostacho oscuro! (…) Me llevó un tiempo créermelo. Cuando el proyecto surgió, yo era una de las últimas actrices en la larga lista de las aspirantes al papel. Redford sólo me había visto en ‘Ángeles e insectos’, en su Festival de Sundance, y ‘El paciente inglés’ era sólo un proyecto…
… Cuando estuve ante él, mi mayor preocupación era que no notara que mis piernas, literalmente, temblaban. Después, con enorme naturalidad, suavidad y encanto, se convirtió en mi director y coprotagonista”
Kristin llevaba en el mundo de la actuación desde 1984 y ya había sido vista en series televisivas como “La hija de Mistral”, telefilmes como “El décimo hombre” y películas de la gran pantalla como “Un puñado de polvo”, “Lunas de hiel”, “Cuatro bodas y un funeral”, “Ricardo III” o la citada “Ángeles e insectos”.
En “El hombre que susurraba a los caballos”, Scott Thomas nos brindaba una maravillosa composición de Annie, su complejo personaje.
“Kristin era fuerte. A menudo era conmovedora y le dije que me encantaba lo bien que había entendido a Annie”
Pero en un momento crucial de la historia entre Annie y Tom Booker, que exigía que Kristin, al interpretarlo, se derrumbara y llorara, no pudo hacerlo, aunque lo intentó. Así que Redford le preguntó qué le pasaba…
“‘El personaje me parece confuso. ¿Por qué hago eso?’. La miré directamente a los ojos, y le dije, quizá con demasiada severidad: ‘Lo haces porque es el final de la película y tienes que hacerlo’. Y las lágrimas de ella aparecieron”
Para el papel del marido de Annie, Redford quería “un actor que pudiese emanar dignidad al instante”. Así que escogió al neozelandés Sam Neill.
“En el caso de Sam Neill, quería contratarlo pero estaba ocupado haciendo otras películas. Realicé pruebas con muchísimos actores, pero ninguno me resultaba tan interesante como Sam. Incluso llegué a pensar en eliminar a su personaje de la película, porque no daba con el actor que pudiera hacerlo bien. Era un personaje que necesitaba cierta dignidad, una inteligencia especial y sensibilidad. Sam era el indicado para hacerlo… Finalmente, logré mantener una conversación con él y llegamos a un acuerdo sin intermediarios”
Sam nos regalaba, efectivamente, una encantadora y más que correcta interpretación de Robert MacLean, su discreto personaje en esta historia. A Neill le habíamos visto anteriormente en series como “Reilly, as de espías” y títulos cinematográficos como “El final de Damien”, “Plenty”, “Del amor y del deseo”, “Calma total”, “El piano” o “Parque Jurásico”.
Lo que más tiempo llevó fue encontrar a la joven actriz que daría vida a Grace, la niña protagonista de “El hombre que susurraba a los caballos” y dueña de Pilgrim. La primera opción fue Natalie Portman, que rechazó la oferta por preferir aparecer en “El diario de Ana Frank” de Broadway.
Finalmente, Redford se decidía por Scarlett Johansson, neoyorquina de catorce años de edad que llevaba ya en el cine desde 1994 a través de títulos como “Un muchacho llamado Norte”, “Causa justa”, “Manny & Lo” o “Solo en casa 3”.
Y Robert, realmente, no se equivocaba con esta elección. Scarlett nos ofrecía una extraordinaria creación de Grace MacLean, su difícil personaje en esta historia.
“Johansson tenía un talento totalmente innato.
Auténtico talento, aunque actuaba con método”
En “El hombre que susurraba a los caballos” aparecían también el norteamericano Chris Cooper, a quien el público americano había visto anteriormente en títulos como “Caza de brujas”, “Vida de este chico” o “Grandes esperanzas”…
… y veía entonces en “El hombre que susurraba a los caballos” dando vida a Frank Booker, el hermano de Tom…
… y Dianne Wiest, que nos había deleitado ya en películas como “La rosa púrpura de El Cairo”, “Hannah y sus hermanas”, “Días de radio”, “Jóvenes ocultos”, “September”, “El pequeño Tate”,”Balas sobre Broadway”…
… y volvía a maravillarnos en “El hombre que susurraba a los caballos” en el papel de Diane, la mujer de Frank.
“Los actores como Wiest tienen una potencia extraordinaria.
El timbre de su voz tiene significado”
Completaban el espléndido reparto Cherry Jones (Liz Hammond), Ty Hillman (Joe Booker), Austin y Dustin Schwartz (los gemelos), Don Edwards (Smokey)…
… Kate Bosworth, en su debut en la gran pantalla, como Judith, la amiga de Grace…
… Jeanette Nolan, gran veterana del cine clásico (“Los sobornados”, “Dos cabalgan juntos” o “El hombre que mató a Liberty Valance”) y de infinidad de series televisivas, en el papel de Grandma Booker....
... y el extraordinario Pilgrim.
Para Redford, dirigirse a sí mismo supuso un reto mayor de lo que había imaginado…
“Tus opiniones están a otro nivel. No puedes equilibrar bien tu interpretación más que con la intuición. Tienes que ser un director muy especial y sentirte muy cómodo contigo mismo como actor para poder concentrarte correctamente en la dirección del film… Digamos que me aproveché un poco del doble rol más como actor que como director. Me permití concentrarme mucho en mi trabajo de actor, e hice una cantidad de tomas extras que no habría hecho si hubiera sido solamente director. Tampoco me resultó muy difícil el personaje que elegí. Me venía como anillo al dedo, porque podía entender muy bien qué era lo que motivaba a este hombre. Por lo tanto, pude prestarle mucha atención a mi trabajo de director. Creo que de alguna manera el director es como un pintor y la película un cuadro. Voy agregando cosas a medida que veo lo que vamos filmando. Soy muy detallista y me encanta lo que mi carácter le agrega a una película…
… Me encanta observar todo lo que ocurre en un set de filmación. Muchas veces podía salirme de mi papel, relajarme y disfrutar viendo cómo los otros actores interpretaban su escena. Lo curioso es que como actor durante toda mi carrera he optado siempre por concentrarme en la escena que estaba haciendo, en lo que le pasaba a mi personaje y a los de los otros actores con los que interactuaba. Nunca me interesó prestarle atención a la cámara o a dónde estaban las luces. Ese era el trabajo del director. Si le tenía confianza al director, yo me despreocupaba por completo de ese tema y ésa era una sensación maravillosa. Por lo tanto, tener que combinar las dos tareas no fue nada fácil, pero lo hice y no me arrepiento de haberlo hecho”
Desde “Gente corriente”, Robert Redford ha utilizado sus propios dibujos para plasmar las escenas tal y como las visualizaba él. En “El hombre que susurraba a los caballos” dedicó centenares de horas a dibujar y colaborar con dos artistas de guión gráfico y con el director de fotografía…
… el norteamericano Robert Richardson, bien reconocido por su original uso de la luz y por firmar anteriormente películas como “Salvador”, “Platoon”, “Wall Street”, “Nacido el cuatro de julio”, “The Doors”, “JFK”, “Casino” o “Nixon”.
“Cuando yo era muy joven soñaba con ser pintor, no actor. Por eso, cada vez que dirijo una película, la parte estética es muy importante para mí. Creo que hasta el fin de mis días voy a ver el mundo con la mirada de un pintor frustrado. Fue algo que se dio naturalmente desde que empecé a dirigir. No sabía que eso iba a suceder. Fue algo que me sorprendió cuando terminé mi primer film. Cuando ya había perdido toda esperanza de llevar una vida profundamente vinculada con las artes visuales, de pronto encontré un camino. Para mí fue algo mágico.
Volviendo a 'El hombre que susurraba a los caballos', siempre tuve clara la parte visual de la película. Me pasé muchas horas hablando sobre esto con mi director de fotografía, él estuvo mucho tiempo estudiando técnicas y nuevas innovaciones tecnológicas. Tiene mucho talento y no le deja la cámara a nadie. El filma todas las secuencias. Así que, si bien yo fui el que tenía una idea muy clara del “look” de la película, él también tiene buena parte del mérito. Entre los dos discutimos cómo usar la luz y la oscuridad, los clarooscuros y las siluetas que yo quería utilizar”
Se decidió presentar la película con dos proporciones de pantalla diferentes: las escenas de Nueva York en una proporción estándar de 1.85:1, y las secuencias de Montana ampliadas hasta una proporción de 2.35:1.
“También me pasé muchas horas con el técnico de sonido, diseñando el concepto sonoro del film. Cuando la historia se traslada a Nueva York, no hay un solo instante en que no se esté escuchando un ruido, ya sea un fax, un teléfono o una sirena, muestra de la tecnología que se ha apoderado de nuestras vidas en las áreas urbanas… Y cuando llegan a Montana, se oyen los ruidos de la naturaleza. El simple contraste entre los ruidos de Nueva York y los de Montana son tan importantes como el contraste visual entre ambos mundos”
A la magia general del film contribuía de manera prodigiosa la extraordinaria banda sonora firmada por el californiano Thomas Newman, genio musical y muy digno sucesor en línea directa del también espléndido compositor clásico Alfred Newman. Thomas nos había deleitado ya con la música de títulos como “Jóvenes ocultos“, “Golpe al sueño americano”, “Tomates verdes fritos”, “Esencia de mujer” o “Cadena perpetua”.
En “El hombre que susurraba a los caballos”, Thomas Newman nos brindaba una auténtica joya musical. Pura delicia de principio a fin.
Redford, LaGravenese, Richardson y el montador Tom Rolf acordaron crear un ritmo “novelístico” para el drama…
“Ha sido la película más difícil de montar de todas las que he dirigido. La historia y los personajes tienen mucho peso. El primer copión que hice era de unas cuatro horas y media. Pensé que se vería claramente qué material era el que sobraba y que no tendría problemas en cortar… pero no resultó tan fácil. A decir verdad, con cuatro horas y media funcionaba muy bien y tenía mucha fluidez, pero era imposible considerar siquiera esa duración. Luego, cortando y cortando, descubrí que o bien funcionaba con cuatro horas y media o con dos y media, pero no en un término medio”
“Su problema era principalmente con sus propias escenas, aquéllas en las que él estaba en pantalla y llevaba el peso del drama. Veía un momento bueno en cualquier secuencia y decía: ‘No, no, no, tiene que haber otro punto mejor donde cortar’. Era imposible de contentar, muy crítico con su propia interpretación, y sudó sangre con ella”
(Tom Rolf, montador)
En la navidad de 1997, el trabajo de montaje de la película había pasado a Skywalker, Thomas Newman había empezado a componer la música y el doblaje final se estaba preparando en Todd-AO, en Los Ángeles.
Y en marzo de 1998, el equipo de marketing volaba al norte de California con sus proyecciones de distribución y sus diseños para los carteles que se usarían hasta en Sidney y Tokio. El póster mostraba a Booker y a Anne a punto de darse un beso. Redford no lo aceptó...
“Estoy intentando presentar esta historia como si tuviera profundidad metafísica. No quiero ese cliché… Es una historia, una película, eso es todo. Que el público decida su valor”
“El hombre que susurraba a los caballos” (The horse whisperer) había costado ochenta millones de dólares, el presupuesto más grande con el que Robert Redford había trabajado como director.
Cuando la película se estrenó el 15 de mayo de 1998, con un caballo al galope en primer plano en el póster, su éxito mundial fue inmediato. Recuperó el dinero en ocho semanas y acabó recaudando más de 120 millones de dólares.
“Ayudo a los caballos
que tienen problemas con las personas”
(TOM BOOKER)
. Revista Fotogramas (Octubre 1998)
. Dirigido (Octubre 1998)