sábado, 19 de diciembre de 2015

Robert Redford por Robert Redford

“Cuando hice ‘El candidato’, los críticos dijeron: ‘Ah, es un muchacho muy pulcro, bien parecido, el papel es perfecto para él’. Cuando me propusieron para el papel de ‘Tal como éramos’ volvieron a considerarme el prototipo del joven guapo y socialmente intachable. Entonces luché por interpretar a Jeremiah Johnson
porque quería cambiar de imagen...
Pasaba el tiempo mirando a la lejanía, y esas altas cumbres que se ven en la película también se pueden ver desde mi casa. Me sentí muy relajado durante ese tiempo, y pude imaginar lo que ese hombre sentía realmente alejado de todo. Pero entonces pensé que esos pioneros no podían tener esa relajación que yo sentía. Cuando tuve un incendio dentro de la cabaña comprendí que esa gente tenía que estar preocupada de tener fuego dentro de un lugar repleto de madera. Ellos tenían que salir cada día y matar un animal para comer. Así que comencé a imaginar la ansiedad que debían de tener en sus vidas, el constante miedo a cualquier cosa que ocurría a su alrededor. Me figuré que aquellos que habían conseguido sobrevivir - y hubo muchos que no lo hicieron -, comenzaban a amar el riesgo que vivían hora a hora, día a día...
Desde un punto de vista personal, quería transmitir ese sentimiento que yo tenía cuando me iba solo a las montañas. Trasladar al espectador los sentimientos de un hombre de las montañas de ese tiempo. En ocasiones, cuando estábamos rodando, no sabía donde acababa mi personaje y comenzaba yo mismo.
Me sentí una parte de Jeremiah”

“Mi madre jugaba conmigo siempre en el comedor, pero mi padre era el que me contaba los cuentos en la cama. A veces me leía, pero casi siempre se inventaba las historias. Una noche me contó la historia del clan Redford, hasta llegar a los orígenes en Irlanda y Escocia y demostrarme que yo estaba emparentado con Robin Hood”

“Mi madre probó a ponerme una especie de grasa para cabello llamada Waveset para controlar los pelos que se me levantaban, pero aún así seguían levantándoseme en cincuenta direcciones. Me almidonaba las camisas todas las semanas y me ponía cuellos rígidos. Yo me rebelaba. Iba hasta el final de la calle, me quitaba la camisa, la tiraba al suelo y la pisaba para quitarle el almidón.
Me sentía atraído por la sección de mitología. De repente se convirtió en todo mi universo. Estaba ansioso porque llegaran los miércoles para atravesar las puertas de esa biblioteca. Mis padres torcían a la izquierda hacia la sección de adultos, y yo me iba directo a buscar a Perseo, a Zeus y La Odisea. Incluso antes de saber leer bien me quedaba con una palabra: “Perseo”, y seguía la historia con las ilustraciones”

“Tenemos dos elecciones. O dejamos que nuestros miedos
dirijan nuestra vida o los superamos”

“Me gustó que Brubaker fuese un personaje gris. Siempre me gustó esa zona oscura para proyectar heroicidad; y había una especie de verdad personal que parecía que se había trabajado mucho”

“Los indios y la naturaleza van unidos. El concepto de la tierra para los nativos norteamericanos es diferente que para el hombre blanco. Yo les preguntaría a los indios que tengo a mi lado qué opinan de esas películas donde los pieles rojas son unos salvajes sedientos de sangre”

“Sydney y yo éramos la clase de actores que evitaban ver grandes producciones como “Cleopatra” y preferían el nuevo trabajo de los europeos. De modo que apoyábamos todo lo que fuera diferente.
Mucho antes de que Sydney me dirigiera, la dinámica director-actor estaba en juego. Era un diálogo que podía inclinarse hacia un lado u otro, una auténtica interactividad productiva basada en nuestra curiosidad por el mundo y en el deseo de innovar en las plataformas convencionales. Y de ese vínculo surgió ‘Propiedad condenada’”

“No he tenido mucha suerte con las entrevistas que me han hecho. La prensa también comete errores, como todos, pero demasiadas veces me he encontrado con situaciones donde el periodista no tiene una mente abierta. Viene a verme con prejuicios o con una opinión formada sobre mí. Y cuando la entrevista se publica yo leo cosas como: ‘Redford, el hombre solitario o el gran acontecimiento del mundo del cine’. Y eso me hace ser perfecto, una imagen unidimensional. Nadie me ha dado la oportunidad de demostrar que soy un hombre común y corriente, que tiene pesadillas, que puede hacer a la gente infeliz. Puedo ser irresponsable o egoísta, pero no se puede saber en una simple entrevista”

“No se me daba bien exteriorizar mis sentimientos. En ese aspecto era y soy un hombre solitario. Me gusta enfrentarme a los problemas solo. Del mismo modo, a la hora de decidir qué dirección quería tomar como actor, me enfrasqué en un diálogo conmigo mismo”

“Siempre me levantaba muy tarde. Me comía un pequeño plato de macarrones o de ravioli, me tomaba un café en la estación de trenes, y después me iba a pasear por el Ponte Vecchio y andaba durante horas, observando y dibujando. Tenía un bloc en el que en la parte izquierda escribía mis pensamientos y en la parte derecha dibujaba”

Con su primera mujer, Lola Van Wagenen
“Venía y hablaba conmigo mientras yo pintaba. Íbamos a pasear, recorríamos de arriba abajo calles celestiales, calles no tan celestiales y aparcamientos mientras debatíamos temas inocentes: desde cómo cambian de humor las personas hasta historias de experiencias pasadas. Me parecía una mujer encantadora, más que agradable y, sobre todo, una buena compañera”

“Me atraía la idea de compartir la pantalla con Brando porque lo veía como a un artista, como a Robards. Y estaba muy abierto a aprender cualquier cosa que pudiera enseñarme.
Era el mejor papel. Bubber era lo que le daba razón de ser a la película, pues su destino determina los valores morales de la comunidad. También era el papel de renegado, lo cual me resultaba fácil, ya que yo mismo me consideraba también un marginado por no seguir los convencionalismos durante gran parte de mi adolescencia”

“Ningún papel es estrictamente autobiográfico, tú les trasladas tu ética y tu experiencia. Weil fue uno de los personajes más interesantes porque me identificaba con su viaje personal”

“Esquiar es la más intensa experiencia de acción
y aventura que nunca he conocido”

“La película empezó a moverse tras conversar con Woodward por primera vez. Después de la reunión de Washington, vino a mi piso. Cuando supe que él y Carl iban a venir, se lo comenté a Bill Goldman, ya que éramos amigos. Bill me dijo: ‘Vaya, me encantaría conocer la historia’. Así que estuvo allí con Bob, Carl y conmigo.
Y, por supuesto, la historia era mágica.
Dustin es un fantástico actor, trabajar con él es
como hacerlo con una corriente eléctrica”

“Has de estar preparado para acudir a un acto público. Cuando vas ya sabes que vas a tener que ser amable, hacerte fotos y firmar autógrafos. Pero cuando tú vas por la calle eres una persona normal que no tienes por qué hacer todo eso”

“Sydney nunca había hecho una película que se moviera tan rápido como un tren en marcha, ni que pareciera tan tensa. Era un nuevo estilo de trabajo para él y marcó el nivel de todos sus thrillers posteriores”

“Sentía un afecto por Sydney que nunca desapareció. También admiraba su creatividad y apreciaba lo que me había dado durante esos veinte años de buena colaboración”

“Me parecía que se podía conseguir una gran sexualidad eléctrica con los gestos, las miradas, las caricias. Meryl lo entendió, por supuesto. Estaba nerviosa por los hipopótamos, porque son territoriales y estábamos en su espacio. Pero le dio mucha sensualidad a esa escena”

“Me tenían entre la espada y la pared, porque sabían las ganas que tenía de dirigir. Pero me negué en redondo a pensar siquiera en actuar en esta ocasión. Sabía exactamente lo que quería en pantalla.
 
Llamé a Tim, que era como su padre, a quien yo había conocido, desgarbado, sensible y curioso ante el comportamiento humano. En cuanto puse a Liz y a Tim a leer una escena juntos: ¡bum! Ya estaba. ¡Salieron volando! Sabía que tendría que atarlos en corto durante la película, pero también que era una química con la que podría trabajar”

“A mí siempre me gustó Gatsby por su tremenda vehemencia, porque, dentro de su gran valor, había una increíble tensión” 

“Una buena película debe combinar entretenimiento e información. Tiene que tener todo. Si haces una película con un fuerte contenido social o atacando a la clase política, no tienes que hacerlo dando un sermón sino con sentido del humor”

“La amistad era como de padre-hijo, con mucho apoyo. Yo valoraba mucho su carácter. Y cuando se trataba de algo totalmente suyo, como ‘El carnaval de las águilas’, la alegría de estar junto a él era contagiosa”

“Todo comenzó con un presupuesto muy reducido y con la idea de brindar a los nuevos artistas la ocasión de venir a un lugar donde desarrollar su trabajo, algo que, previamente, no existía. No sólo se trataba de dar una oportunidad al artista, sino también al público porque no se puede abandonar al espectador”

“Como me gustaba el guión, quería participar de veras. Pero la idea era que Paul sería Sundance, ya que el título empezaba con ese nombre, y Butch era el coprotagonista. George daba por hecho que yo quería ser Butch Cassidy, y le dije: ‘Para ser sincero, lo he leído y creo que yo haría mejor de Sundance.
Ése es el papel que me interesa’.
Y a partir de ahí la conversación progresó, y George empezó a interesarse por esta idea. Paul era enérgico, nervioso y divertido. Y a medida que avanzaba la conversación, más convencido estaba George de que yo debía personificar a Sundance”

“Tom (McGuane) me habló de una impresionante historia de un profesor jubilado. Me dijo: ‘Confía en mí, léela, es muy real’…
… Pensé que llegaba al corazón. Que unía el ambiente, la familia y la inmutable naturaleza del destino. Era la historia sobre el Oeste que quería ver”

“Me gusta sentarme a ver el atardecer hasta que el sol desaparece y luego quedarme contemplando el horizonte preguntándome por la maravillosa experiencia
que acabo de tener”
(ROBERT REDFORD)

martes, 18 de agosto de 2015

TOM BOOKER

Trabajó duro para 'El hombre que susurraba a los caballos' porque le preocupaba la dificultad de dirigir, actuar y fusionar todos los elementos que quería
(Jamie Redford, hijo de Robert)

Hoy celebramos aquí el quinto aniversario de “The natural Redford”. Y, sí, también el cumpleaños de nuestro rubio favorito… ¡Muy felices 79, Bob!


Así que no hemos podido evitar el traernos para celebrarlo a Tom Booker, el hombre que mejor ha sabido susurrarle a los caballos. Vamos allá, Robert…

Tras ‘Gente corriente', Redford afirmó enfáticamente que nunca actuaría en una película que él mismo dirigiera. Sin embargo, en pleno apogeo de su mediana edad, cambió de idea y de repente decidió dirigirse a sí mismo en una película por primera vez. La relación con Disney era perfecta y, con éxitos importantes a sus espaldas, conseguir un contrato fue fácil
(Michael Feeney Callan, ‘Robert Redford. La biografía')


El hombre que susurraba a los caballos” tenía como base “The horse whisperer”, novela escrita por el británico Nicholas Evans. Robert Redford conseguía hacerse con los derechos de esta novela, entonces aún sin terminar, gracias a la Disney.

“Pusieron muchísimo dinero, algo que yo jamás habría podido hacer si no hubiera contado con ellos. La historia de los derechos de ‘El hombre que susurraba a los caballos’ es una buena muestra de cómo han ido cambiando las cosas en Estados Unidos con respecto a la relación entre la industria editorial y la industria cinematográfica. De pronto comenzó a correr el rumor de la existencia de esta novela, una historia de amor muy norteamericana y ambientada en el Oeste. El autor había escrito la mitad y, sin embargo, todos los estudios se lanzaron a ofrecer verdaderas fortunas por una historia que ni siquiera tenía final. En mi caso, yo conocía los elementos básicos de la historia y para mí fueron suficientes para darme cuenta de que me interesaría trabajar en un proyecto así. A menos que los personajes decidieran viajar a otro planeta al final de la novela, nada podía impedir que la mitad que faltaba por escribir no fuera tan buena como la mitad ya escrita… Casi todos los estudios participaron, ofreciendo muchísimo dinero. Disney obtuvo el libro para que yo lo dirigiera, algo por lo que les estoy muy agradecido”


Como cabía esperar, a Redford le entusiasmó el libro. Así que se instaló, junto al guionista Eric Roth, en una casa italiana alquilada al pie del monte Santa Helena en Calistoga (California), una hora al norte de San Francisco y cerca del Rancho Skywalker de George Lucas, lugar donde Redford quería llevar a cabo el trabajo de postproducción de su nuevo proyecto.

Pero el guión de Roth no resultó lo que Redford esperaba…

“No funcionaba. Quise parar el proyecto, ya que no estaba seguro de la historia. Buscaba una fábula sobre la fe y la redención, no una historia sobre una mujer frustrada sexualmente… Quería que ambos viajásemos a Montana a ver las localizaciones, porque me parecía que éstas debían hablar en el guión, como había pasado en ‘El río de la vida’. Le pedí a Roth que viniera conmigo, para escribir mientras estuviéramos allí, pero se negó”

La Disney entonces amenazó con retirarse si se seguía retrasando la producción del film. Y Redford, como tantas otras veces, siguió la voz de su instinto, financiando personalmente el desarrollo de la película durante los siguientes cinco meses…


… y pidiendo al guionista Richard LaGravenese que se hiciera cargo del guión. LaGravenese había asistido anteriormente a los laboratorios de Sundance como consejero y Redford lo tenía en muy alta estima. También había firmado anteriormente “El rey pescador” y “Los puentes de Madison”. 

Robert, además, hacía un viaje semanal a Los Ángeles para llevar a buen fin el casting de la película…

“La elección del reparto es muy importante para mí. Y suelo tomarme muy en serio la tarea de elegir actores, sobre todo porque puedo ser un poco extraño al escoger… Al mismo tiempo, como soy actor, tengo mucho cuidado que quienes se presentan a mis audiciones no se sientan mal. No soy de los que convocan pruebas interminables. Si siento que un actor o una actriz son los que estoy buscando, los contrato inmediatamente”

Su primera elección para el personaje de Annie MacLean, madre de la niña dueña del caballo, fue Emma Thompson…

“Los británicos interpretan la austeridad mejor que cualquier estadounidense. Quería mostrar a Annie como una versión de Tina Brown de ‘La feria de las vanidades’ (Vanity Fair), con un poco de la visible fragilidad de Margaret Thatcher”

Thompson no pudo aceptar el papel por problemas personales y, tras unas cuantas entrevistas más…


… le tocó el turno a la actriz británica Kristin Scott Thomas

“En el caso de Kristin, la razón por la que la contraté al final tuvo que ver con que, mientras desarrollaba el guión, yo no estaba seguro de si iba a mantener la idea original de la novela de que ella es inglesa, o si iba a transformar el personaje en norteamericano. Pero cuando el guión llegó a determinado nivel de desarrollo me di cuenta de que era preferible dejarla como inglesa… Fue entonces cuando convoqué a Kristin e inmediatamente la contraté para el papel”

Tenía diez años cuando vi ‘Dos hombres y un destino’ y me enamoré como una loca de sus ojos y de… ¡aquel mostacho oscuro! (…) Me llevó un tiempo créermelo. Cuando el proyecto surgió, yo era una de las últimas actrices en la larga lista de las aspirantes al papel. Redford sólo me había visto en ‘Ángeles e insectos’, en su Festival de Sundance, y ‘El paciente inglés’ era sólo un proyecto…




… Cuando estuve ante él, mi mayor preocupación era que no notara que mis piernas, literalmente, temblaban. Después, con enorme naturalidad, suavidad y encanto, se convirtió en mi director y coprotagonista

Kristin llevaba en el mundo de la actuación desde 1984 y ya había sido vista en series televisivas como “La hija de Mistral”, telefilmes como “El décimo hombre” y películas de la gran pantalla como “Un puñado de polvo”, “Lunas de hiel”, “Cuatro bodas y un funeral”, “Ricardo III” o la citada “Ángeles e insectos”.


En “El hombre que susurraba a los caballos”, Scott Thomas nos brindaba una maravillosa composición de Annie, su complejo personaje. 

“Kristin era fuerte. A menudo era conmovedora y le dije que me encantaba lo bien que había entendido a Annie”

Pero en un momento crucial de la historia entre Annie y Tom Booker, que exigía que Kristin, al interpretarlo, se derrumbara y llorara, no pudo hacerlo, aunque lo intentó. Así que Redford le preguntó qué le pasaba…

El personaje me parece confuso. ¿Por qué hago eso?’. La miré directamente a los ojos, y le dije, quizá con demasiada severidad: ‘Lo haces porque es el final de la película y tienes que hacerlo’. Y las lágrimas de ella aparecieron”

Para el papel del marido de Annie, Redford quería “un actor que pudiese emanar dignidad al instante”. Así que escogió al neozelandés Sam Neill.


“En el caso de Sam Neill, quería contratarlo pero estaba ocupado haciendo otras películas. Realicé pruebas con muchísimos actores, pero ninguno me resultaba tan interesante como Sam. Incluso llegué a pensar en eliminar a su personaje de la película, porque no daba con el actor que pudiera hacerlo bien. Era un personaje que necesitaba cierta dignidad, una inteligencia especial y sensibilidad. Sam era el indicado para hacerlo… Finalmente, logré mantener una conversación con él y llegamos a un acuerdo sin intermediarios”


Sam nos regalaba, efectivamente, una encantadora y más que correcta interpretación de Robert MacLean, su discreto personaje en esta historia. A Neill le habíamos visto anteriormente en series como “Reilly, as de espías” y títulos cinematográficos como “El final de Damien”, “Plenty”, “Del amor y del deseo”, “Calma total”, “El piano” o “Parque Jurásico”.

Lo que más tiempo llevó fue encontrar a la joven actriz que daría vida a Grace, la niña protagonista de “El hombre que susurraba a los caballos” y dueña de Pilgrim. La primera opción fue Natalie Portman, que rechazó la oferta por preferir aparecer en “El diario de Ana Frank” de Broadway.


Finalmente, Redford se decidía por Scarlett Johansson, neoyorquina de catorce años de edad que llevaba ya en el cine desde 1994 a través de títulos como “Un muchacho llamado Norte”, “Causa justa”, “Manny & Lo” o “Solo en casa 3”. 



Y Robert, realmente, no se equivocaba con esta elección. Scarlett nos ofrecía una extraordinaria creación de Grace MacLean, su difícil personaje en esta historia. 


“Johansson tenía un talento totalmente innato.
Auténtico talento, aunque actuaba con método”


En “El hombre que susurraba a los caballos” aparecían también el norteamericano Chris Cooper, a quien el público americano había visto anteriormente en títulos como “Caza de brujas”, “Vida de este chico” o “Grandes esperanzas”…


… y veía entonces en “El hombre que susurraba a los caballos” dando vida a Frank Booker, el hermano de Tom…


… y Dianne Wiest, que nos había deleitado ya en películas como “La rosa púrpura de El Cairo”, “Hannah y sus hermanas”, “Días de radio”, “Jóvenes ocultos”, “September”, “El pequeño Tate”,”Balas sobre Broadway”…


… y volvía a maravillarnos en “El hombre que susurraba a los caballos” en el papel de Diane, la mujer de Frank.

“Los actores como Wiest tienen una potencia extraordinaria.
El timbre de su voz tiene significado”

Completaban el espléndido reparto Cherry Jones (Liz Hammond), Ty Hillman (Joe Booker), Austin y Dustin Schwartz (los gemelos), Don Edwards (Smokey)…


Kate Bosworth, en su debut en la gran pantalla, como Judith, la amiga de Grace…


Jeanette Nolan, gran veterana del cine clásico (“Los sobornados”, “Dos cabalgan juntos” o “El hombre que mató a Liberty Valance”) y de infinidad de series televisivas, en el papel de Grandma Booker....


... y el extraordinario Pilgrim.

Para Redford, dirigirse a sí mismo supuso un reto mayor de lo que había imaginado…

“Tus opiniones están a otro nivel. No puedes equilibrar bien tu interpretación más que con la intuición. Tienes que ser un director muy especial y sentirte muy cómodo contigo mismo como actor para poder concentrarte correctamente en la dirección del film… Digamos que me aproveché un poco del doble rol más como actor que como director. Me permití concentrarme mucho en mi trabajo de actor, e hice una cantidad de tomas extras que no habría hecho si hubiera sido solamente director. Tampoco me resultó muy difícil el personaje que elegí. Me venía como anillo al dedo, porque podía entender muy bien qué era lo que motivaba a este hombre. Por lo tanto, pude prestarle mucha atención a mi trabajo de director. Creo que de alguna manera el director es como un pintor y la película un cuadro. Voy agregando cosas a medida que veo lo que vamos filmando. Soy muy detallista y me encanta lo que mi carácter le agrega a una película…


… Me encanta observar todo lo que ocurre en un set de filmación. Muchas veces podía salirme de mi papel, relajarme y disfrutar viendo cómo los otros actores interpretaban su escena. Lo curioso es que como actor durante toda mi carrera he optado siempre por concentrarme en la escena que estaba haciendo, en lo que le pasaba a mi personaje y a los de los otros actores con los que interactuaba. Nunca me interesó prestarle atención a la cámara o a dónde estaban las luces. Ese era el trabajo del director. Si le tenía confianza al director, yo me despreocupaba por completo de ese tema y ésa era una sensación maravillosa. Por lo tanto, tener que combinar las dos tareas no fue nada fácil, pero lo hice y no me arrepiento de haberlo hecho”

Desde “Gente corriente”, Robert Redford ha utilizado sus propios dibujos para plasmar las escenas tal y como las visualizaba él. En “El hombre que susurraba a los caballos” dedicó centenares de horas a dibujar y colaborar con dos artistas de guión gráfico y con el director de fotografía…


… el norteamericano Robert Richardson, bien reconocido por su original uso de la luz y por firmar anteriormente películas como “Salvador”, “Platoon”, “Wall Street”, “Nacido el cuatro de julio”, “The Doors”, “JFK”, “Casino” o “Nixon”.

“Cuando yo era muy joven soñaba con ser pintor, no actor. Por eso, cada vez que dirijo una película, la parte estética es muy importante para mí. Creo que hasta el fin de mis días voy a ver el mundo con la mirada de un pintor frustrado. Fue algo que se dio naturalmente desde que empecé a dirigir. No sabía que eso iba a suceder. Fue algo que me sorprendió cuando terminé mi primer film. Cuando ya había perdido toda esperanza de llevar una vida profundamente vinculada con las artes visuales, de pronto encontré un camino. Para mí fue algo mágico.




Volviendo a 'El hombre que susurraba a los caballos', siempre tuve clara la parte visual de la película. Me pasé muchas horas hablando sobre esto con mi director de fotografía, él estuvo mucho tiempo estudiando técnicas y nuevas innovaciones tecnológicas. Tiene mucho talento y no le deja la cámara a nadie. El filma todas las secuencias. Así que, si bien yo fui el que tenía una idea muy clara del “look” de la película, él también tiene buena parte del mérito. Entre los dos discutimos cómo usar la luz y la oscuridad, los clarooscuros y las siluetas que yo quería utilizar”

Se decidió presentar la película con dos proporciones de pantalla diferentes: las escenas de Nueva York en una proporción estándar de 1.85:1, y las secuencias de Montana ampliadas hasta una proporción de 2.35:1

“También me pasé muchas horas con el técnico de sonido, diseñando el concepto sonoro del film. Cuando la historia se traslada a Nueva York, no hay un solo instante en que no se esté escuchando un ruido, ya sea un fax, un teléfono o una sirena, muestra de la tecnología que se ha apoderado de nuestras vidas en las áreas urbanas… Y cuando llegan a Montana, se oyen los ruidos de la naturaleza. El simple contraste entre los ruidos de Nueva York y los de Montana son tan importantes como el contraste visual entre ambos mundos”


A la magia general del film contribuía de manera prodigiosa la extraordinaria banda sonora firmada por el californiano Thomas Newman, genio musical y muy digno sucesor en línea directa del también espléndido compositor clásico Alfred Newman. Thomas nos había deleitado ya con la música de títulos como “Jóvenes ocultos“, “Golpe al sueño americano”, “Tomates verdes fritos”, “Esencia de mujer” o “Cadena perpetua”. 


En “El hombre que susurraba a los caballos”, Thomas Newman nos brindaba una auténtica joya musical. Pura delicia de principio a fin. 

Redford, LaGravenese, Richardson y el montador Tom Rolf acordaron crear un ritmo “novelístico” para el drama…

“Ha sido la película más difícil de montar de todas las que he dirigido. La historia y los personajes tienen mucho peso. El primer copión que hice era de unas cuatro horas y media. Pensé que se vería claramente qué material era el que sobraba y que no tendría problemas en cortar… pero no resultó tan fácil. A decir verdad, con cuatro horas y media funcionaba muy bien y tenía mucha fluidez, pero era imposible considerar siquiera esa duración. Luego, cortando y cortando, descubrí que o bien funcionaba con cuatro horas y media o con dos y media, pero no en un término medio”




Su problema era principalmente con sus propias escenas, aquéllas en las que él estaba en pantalla y llevaba el peso del drama. Veía un momento bueno en cualquier secuencia y decía: ‘No, no, no, tiene que haber otro punto mejor donde cortar’. Era imposible de contentar, muy crítico con su propia interpretación, y sudó sangre con ella
(Tom Rolf, montador)

En la navidad de 1997, el trabajo de montaje de la película había pasado a Skywalker, Thomas Newman había empezado a componer la música y el doblaje final se estaba preparando en Todd-AO, en Los Ángeles. 

Y en marzo de 1998, el equipo de marketing volaba al norte de California con sus proyecciones de distribución y sus diseños para los carteles que se usarían hasta en Sidney y Tokio. El póster mostraba a Booker y a Anne a punto de darse un beso. Redford no lo aceptó...




“Estoy intentando presentar esta historia como si tuviera profundidad metafísica. No quiero ese cliché… Es una historia, una película, eso es todo. Que el público decida su valor”

El hombre que susurraba a los caballos” (The horse whisperer) había costado ochenta millones de dólares, el presupuesto más grande con el que Robert Redford había trabajado como director. 


Cuando la película se estrenó el 15 de mayo de 1998, con un caballo al galope en primer plano en el póster, su éxito mundial fue inmediato. Recuperó el dinero en ocho semanas y acabó recaudando más de 120 millones de dólares. 

“Ayudo a los caballos
que tienen problemas con las personas”
(TOM BOOKER)


. Revista Fotogramas (Octubre 1998)
. Dirigido (Octubre 1998)