“Pollack
arremete contra los mass media y elabora una fábula de aromas ecologistas
acerca de la búsqueda de la libertad. Excelente trabajo de Redford, que se come
incluso a la propia Jane Fonda”
(Miguel
Ángel Palomo. Diario El País)
A
principios de 1979, Robert Redford y Sydney Pollack llevaban ya tras de sí un
total de cuatro películas juntos como actor y director, respectivamente. “Propiedad
condenada”, “Las aventuras de Jeremiah Johnson”, “Tal como éramos” y “Los tres
días del cóndor”, ya cuatro clásicos de la historia del cine, a los que aún
habrían de sumarse, tras “El jinete eléctrico”, “Memorias de África” y “Habana”,
otras dos buenas historias cinematográficas.
En
palabras de Sydney Pollack, la preproducción de “El jinete eléctrico” fue un
auténtico descontrol, sin plan de reparto coherente, sin una organización
sensata. En un principio tan sólo se contaba con un acuerdo para hacer una
película para la empresa del productor norteamericano Ray Stark, una película que
distribuiría Columbia. El proyecto elegido, “A place to come to”, había sido
descartado y Pollack había encontrado entre los demás proyectos de Stark uno
que, estaba seguro, le interesaría a Robert Redford.
Sonny
Steele, el ejemplar personaje de Redford en “El jinete eléctrico”, marcaba el
primer papel protagonista de Robert tras una voluntaria pausa de tres años (el
último había sido su Bob Woodward de “Todos los hombres del Presidente”). Un
retiro voluntario a su rancho de Utah durante el cual el actor tan sólo aceptó
una breve intervención en la bélica “Un puente lejano”.
“El
jinete eléctrico” adaptaba a la pantalla una historia de Shelly Burton.
“Vi
que teníamos problemas cuando encargué el primer guión. La historia se
terminaba después del primer acto. Estuve dándole vueltas a algo más. Me gusta
esa parte, estrujar un argumento. Decidí que la redención debía estar en una
relación romántica. El amor tenía que salvar a Sonny. Así que inventamos el
papel de Hallie Martin, una periodista de televisión que tiene la sensación de
que Sonny es íntegro y lo persigue hasta el olvido para que le cuente su
versión de la historia”
(Sydney
Pollack)
Diane
Keaton fue la primera opción para dar vida a Hallie Martin. Warren Beatty,
entonces novio de Keaton, no le permitió aceptar el papel.
“Simplemente,
Warren no quería que Diane besara a Bob Redford, la estrella más atractiva del
mundo.
No era tonto, no quería competencia”
Redford
sugirió entonces en su lugar a Jane Fonda, con la que ya había trabajado
anteriormente en “La jauría humana” y “Descalzos por el parque”. Sydney Pollack
también la había dirigido ya en “Danzad, danzad, malditos”, así que Jane fue
finalmente la elegida.
Bob
Garland, David Rayfiel y Alvin Sargent trabajaban mientras tanto en el guión
cinematográfico de esta historia. Doce semanas antes del rodaje, Redford
escribía en su ejemplar del último guión improvisado: “La presente versión está
demasiado recargada. Demasiadas cosas, demasiado argumento, demasiada necesidad
de justificar el tamaño de todo. Demasiado urbano, en lugar de sencillamente
rural”
Así
que Pollack y Redford llegaban a reunirse a menudo para ir dándole mejor forma a la
historia, al guión, a la película, visionando también con este objetivo un buen
número de títulos cinematográficos.
“Fue
el principio de la época del video doméstico, así que podíamos acceder
fácilmente a las películas de Cary Grant, a las de Billy Wilder, que a Bob le
encantaban, y a las de Frank Capra, que me encantaban a mí. De ellas sacamos la
alegría y la luz e intentamos introducirlas en ‘El jinete eléctrico’. Siempre
supimos que era una historia sobre el cinismo del mundo del espectáculo, sobre
la explotación de las personas y los animales que caen en esa trampa, sobre
cosas oscuras. Pero jugamos con ella hasta que encontramos una historia
optimista. También tuvimos una suerte extraordinaria. La historia se volvió más
fuerte con la relación de ambos actores, de Jane y de Bob. Los duros personajes
se conocen, chocan y se enamoran. ¿Qué podría ser mejor que eso?”
También
las notas que Sydney Pollack se había hecho antes de iniciar la producción,
notas a las que llamó “Pensamientos nocturnos”, ayudaron a definir finalmente a
los personajes.
Para
Hallie escribió: “Cuando era una niña, mi príncipe iba vestido de blanco. Nunca
hacía nada malo. La justicia, la moral y la ética estaban de su lado. Era algo
enorme, realmente enorme. Supongo que como la mayoría de las fantasías”.
En
la misma página, decía sobre Sonny: “Hay gente en África o en algún otro lugar
perdido que cree que si les sacan una foto, no vivirán tanto, que les roban
algo. Bueno, quizás sólo tengas una cierta cantidad de energía para dar, como
una bombilla, y si otra gente te la consume continuamente, no te queda mucha”.
“Cuando conseguí estas
frases, conseguí la película. A partir de este punto supimos quiénes eran los
personajes, cómo se atraían y qué representaban realmente”
Redford
añadía:
“Había
demasiado desarrollo. Al final tenías sesenta maneras diferentes de mirar a
Sonny. Quería verle como un tío que dice ‘Basta’. Lo ha dado todo hasta tal
punto que está literalmente roto. Tiene la espalda mal, camina con un espasmo,
como si cada paso le doliera. Su historia se resume en su manera de andar. Y
el romance “tenía sentido, era una parte orgánica del relato, y con Jane fue
fácil”
Para
el crítico de cine Roger Ebert, y para muchos otros críticos, el punto fuerte
de Pollack era haber “orquestado” la química entre Redford y Fonda. Como otros
directores clásicos, escribía Ebert, Pollack entendia que "si tienes el chico
adecuado y la chica adecuada, lo único que tienes que hacer es apartarte del
camino”.
El
reparto de “El jinete eléctrico” se completaba con nombres como John Saxon,
Valerie Perrine, Wilford Brimley, Timothy Scott o el cantante country Willie
Nelson.
Y,
por supuesto, con el miembro más noble del reparto, el llamado en esta historia Estrella
Ascendente.
Let’s
Merge era el nombre real de este precioso purasangre de cinco años disciplinado
en una escuela de equitación del valle de San Fernando (California). Como cabía
esperar, Let’s Merge y Robert pronto se hicieron amigos.
Redford
quiso hacer personalmente todas las escenas de acción con el caballo…
…incluyendo
las de la secuencia de la persecución…
…
y una especialmente complicada en la que debía montar a Let’s Merge entre el
tráfico de Las Vegas en hora punta, algo que asombró a Sydney Pollack…
“Creo
que íntimamente fue lo que más le gustó. Fue personalmente muy simbólico, y un
poco malicioso, ya que fastidió el tráfico y los negocios de la ciudad durante
medio día”
“El
jinete eléctrico” nos ofrecía un sinfín de maravillosas imágenes firmadas con
gran maestría por el neoyorkino Owen Roizman, de quien el público americano
había visto ya otros trabajos en títulos como “The French Connection”, “Sueños
de un seductor”, “El exorcista”, “Los tres días del cóndor” o “Network, un
mundo implacable”.
La
película era redondeada con la preciosa banda sonora de Dave Grusin, quien ya
había trabajado con Pollack en “Yakuza”, “Los tres días del cóndor”, “Un
instante, una vida” y, tras “El jinete eléctrico”, volvería a hacerlo en “Ausencia
de malicia”, “Tootsie”, “Habana”, “La tapadera” y “Caprichos del destino”.
Entre
“Tootsie” y “Habana”, Redford le elegía también para su mágica “Un lugar llamado
Milagro”, sin ninguna duda la obra
maestra musical de Grusin en el cine.
Producción
de Ronald L. Schwary y Ray Stark para Columbia Pictures, “El jinete eléctrico”
(The electric horseman) era estrenada en Nueva York el 19 de diciembre de 1979.
En
los descansos de rodaje de “El jinete eléctrico”, Jane Fonda impartía clases de
gimnasia a los miembros del equipo de la película.
Redford,
por su parte, disfrutaba cuidando al caballo.
“Cuidar
al caballo me mantenía en forma.
A veces me comunico mejor con los caballos que
con las personas”
Al
acabar la producción, Robert compró a Let’s Merge y se lo llevó a su rancho en
Utah, donde el caballo vivió dieciocho placenteros años más.
“Este
caballo es un campeón y tiene un corazón del tamaño de una locomotora, y me
quedo corto. Y tiene más empuje y más… alma que muchas personas. Y le colocan
luces, y le hacen trotar en un escenario con coristas. Este
animal lleva una vida de… perro, de modo que por eso me lo llevé”
(SONNY
STEELE)