domingo, 21 de abril de 2013

El río de la vida

“En nuestra familia no había una frontera clara
entre la religión y la pesca con mosca…”


En 1976, el autor americano Norman Maclean veía al fin publicado “El río de la vida”, obra compuesta por tres historias, la primera de las cuales daba título al libro, que tras ser rechazada por las principales editoriales era finalmente aceptada por la Universidad de Chicago, llegando en pocos años a los 400.000 ejemplares vendidos.

Sabía que era demasiado tarde para desarrollarme como escritor, que todo lo que podía esperar era escribir muy bien unas pocas cosas… Cada pequeña cosa cuenta. La tomas como llega, con adjetivos y adverbios, y después la despojas de las sobras. Si tienes que usar un adjetivo, es mejor que sea un adjetivo de sesenta y cuatro dólares


Nacido en Iowa en 1902, Norman Maclean se crió, junto a su hermano Paul, en Missoula, Montana. Hijos de un pastor de origen escocés, en la educación de los niños no había frontera entre el arte de la pesca con mosca y la religión ni entre el aprendizaje que les brindaba la naturaleza y el de los sonetos de Shakespeare.


Norman fue primero estudiante en el Dartmounth College y después profesor de literatura en la Universidad de Chicago. Una vez retirado de su actividad docente, comenzó a escribir “El río de la vida”.

“La novela asocia la religión y la pesca de forma tan poética como original. Muestra una profunda comprensión de las complejidades de la vida familiar”
(Robert Redford)

En 1981, Robert Redford tenia noticia de la novela de Maclean a través del también escritor Thomas Guane.

“Empezamos a hablar de los autores que habían conseguido reflejar la realidad. Entonces Tom me habló de una impresionante historia de un profesor jubilado… Pensé que llegaba al corazón. Que unía el ambiente, la familia y la inmutable naturaleza del destino. Era la historia sobre el Oeste que quería ver”

A mediados de la década de los ochenta, Redford invitaba a Maclean al Festival de Sundance para hablar con él sobre una posible adaptación cinematográfica de su obra. Maclean ya había rechazado otras dos ofertas anteriores de otras productoras, así que Robert le dijo: “Te voy a contar lo que me gustaría hacer y tú dime directamente si te parece bien lo que pienso o no. Cuando llegue el momento, te daré el borrador del guión. Si no te gusta lo que quiero filmar, tú decidirás, podrás acabar con el proyecto. Si me dices que pare, pararé”.


Con el visto bueno de Maclean, Redford elegía como guionista del proyecto a Richard Friedenberg, quien había ya escrito el guión cinematográfico de “La promesa” y “Elegir un amor”.

La obra tenía sólo ciento cuatro páginas y no había historia. Era lírica, con una aburrida sección de cincuenta y cinco páginas sobre pesca con mosca… Yo veía que el libro tenía un gran atractivo para Bob, pero él es una persona principalmente visual. Sus conceptos eran totalmente visuales. Eso me preocupaba. Pero entonces acepté que, como guionista, mi responsabilidad era encontrar el argumento. Así fue como progresamos. El trato era que yo iría a conocer al autor, investigaría y me inventaría un argumento que reflejara el libro

Tras visitar a Mclean en su propia casa y recopilar más datos familiares, Friedenberg escribía un resumen de diez páginas y se lo enviaba a Redford, quien quedaba plenamente encantado.

Norman Mclean fallecía en 1990 sin llegar a ver la adaptación cinematográfica de su historia. Redford la llevaba a toda pantalla respetando por encima de todo los deseos del escritor.




La historia de “El río de la vida” quedaba maravillosamente plasmada en imágenes cinematográficas a través de la indiscutible maestría de Philippe Rousselot, extraordinario director de fotografía francés, a toda pantalla desde 1970 y ya con una larga serie de títulos a sus espaldas como “La selva esmeralda”, “Esperanza y gloria”, “El oso”, “Las amistades peligrosas” o “Henry & June”.


“Esa idea de naturaleza interconectada necesitaba un sutil control de la luz entre el cielo, el bosque y el agua. Rousselot era nuevo en Estados Unidos y estaba muy centrado.
Era el momento perfecto para usarlo”


La magistral banda sonora venía firmada por Mark Isham, compositor estadounidense que ya nos había regalado las notas musicales de títulos como “Inquietudes”, “Carretera al infierno”, “Hecho en el cielo”, “Los modernos”, “El misterio Von Bulow”, “El pequeño Tate” o “Billy Bathgate”. Más adelante, Isham volvería a trabajar con Redford en “Quiz Show”, “Leones por corderos” y “La conspiración”.

El impecable montaje de Robert Estrin y Lynzee Klingman y la magistral dirección artística de Walter P. Martihius redondeaban la grandeza del film.

“Estar de nuevo en la iglesia de mi padre hacía que mi regreso fuera completo. Más que ninguna otra cosa, eran las palabras de mi padre lo que me hacían sentir en casa”


Tom Skerritt  era para nosotros un extraordinario John Mclean. Tom había debutado en “War hunt” (1962), título en el que coincidió con unos principiantes Robert Redford y Sydney Pollack, y ya había aparecido en múltiples series televisivas y títulos cinematográficos como “Dos hombres contra el Oeste”, “Harold y Maude”, “Paso decisivo”, “Alien, el octavo pasajero”, “La zona muerta”, “Top Gun”, “Magnolias de acero”.

“Hace mucho tiempo, siendo yo un muchacho, mi padre me dijo: ‘Norman, a ti te gusta escribir historias’. ‘Sí, me gusta’, respondí yo. Y entonces me dio la idea. ‘Algún día, cuando estés preparado, podrías contar la historia de nuestra familia. Te ayudará a comprender lo que ocurrió y por qué’…”


A Norman Mclean le conocíamos a través de un magnífico Craig Sheffer, en el cine desde 1984 y ya con títulos como “Una maravilla con clase”, “Razas de noche” o “Desierto azul”.

“Y entonces vi algo excepcional. Por primera vez, Paul se apartó de la instrucción de nuestro padre para hacerlo a su propio ritmo…”



Y Brad Pitt nos regalaba a su maravilloso y mágico Paul. Brad comenzó su carrera como actor en 1987 y había ya aparecido en series como “Dallas”, “Los problemas crecen” o “Treinta y tantos” y en títulos cinematográficos como “Golpe al sueño americano” y “Thelma y Louise”. Tras “El río de la vida”, Brad volvía a coincidir con Robert Redford en la película de Tony Scott “Juego de espías”.




“Contraté a Craig Sheffer porque era bueno y quería el papel de Norman.  Me pareció que Brad sería un buen contrapunto como Paul. Brad tenía una postura que me gustaba. Parece duro, como si tuviese que enfrentarse al mundo y a todos sus males, aunque por dentro es una persona sensible que necesita aprobación, como el personaje de Paul…


… Mi padre también tenía esta ética austera y se parecía mucho al reverendo Mclean. En casa, siempre teníamos que guardar estoicismo frente a la adversidad, nunca hacer marcha atrás y resistir hasta el final. Es una de las razones por las cuales me siento tan cerca del personaje de Paul”


Brenda Blethyn era para nosotros una maravillosa Mrs. Mclean. Proveniente del mundo de las series televisivas, Brenda había debutado en el 1990 con “La maldición de las brujas” y “El río de la vida” era su segundo título para la gran pantalla. Cuatro años después nos regalaría otra extraordinaria madre de “Secretos y mentiras”.


Jessie Burns, la novia de Norman, venía de la mano de Emily Lloyd, quien llevaba ya tras de sí logrados títulos como “Si estuvieras aquí”, “Mi rebelde Cookie” o “Cuerpos ardientes”.


Neal, el genuino hermano de Jessie, nos llegaba a través de Stephen Shellen, rostro principalmente conocido por la pequeña pantalla a través de series como “El autoestopista”, “Mujeres de Hollywood” o “Historias de la cripta”.


Edie McClurg interpretaba a Mrs. Burns. A Eddie la habíamos visto ya en títulos como “Carrie”, “¿Y si nos comemos a Raúl?”, “Las locas peripecias de un señor mamá” o “La pequeña pícara”.


Y una mención especial para los dos niños de la película, ambos magistrales en sus interpretaciones.



El pequeño Norman nos llegaba a través de Joseph Gordon-Levitt, que debutaba como actor cinematográfico en "El río de la vida" si bien llevaba ya desde los siete años como actor de la pequeña pantalla en diversas series televisivas como “Enredos de familia”, “Se ha escrito un crimen” o “La ley de los Ángeles”. Más adelante, Joseph aparecería en otros títulos cinematográficos como “Coacción a un jurado”, “Cachitos picantes”, “Origen”, “El caballero oscuro: la leyenda renace” o “Lincoln”. Y prestándole su voz a Jim Hawkins en “El planeta del tesoro” de Disney.



Y al pequeño Paul le conocíamos a través de un también mágico Vann Gravage, quien también debutaba aquí como actor pero tan sólo aparecería luego en otro título cinematográfico más.   


Desde el comienzo del proyecto de “El río de la vida”, Robert Redford tenía muy claro su deseo de ser absolutamente fiel a la obra literaria, así que en el guión quedó incluída la voz en off del personaje de Norman como narrador de esta maravillosa historia. Tras probar una serie de voces, Redford decidió llevarlo a cabo él mismo.

“Porque me sentía cómodo. Sabía cómo sonaba Norman, cómo era él. Me convertí en Norman. Presenté la historia y llené los vacíos, manteniendo un tono reflexivo. Maclean había muerto en 1990, pero le envié las pruebas a la familia Maclean, que las aprobó. Empezamos a sentirnos muy bien, como si el viejo fantasma estuviese satisfecho”


En el libro era también muy importante el escenario de la pesca, el río Blackfoot, que serpenteaba desde las montañas Lewis y Clark hasta su intersección con el río Clark Fork, cerca de Missoula. Pero en el momento del rodaje, esta zona se encontraba en un severo riesgo, así que la localización de la película fue trasladada a los ríos Gallatin y Yellowstone que eran, sin ninguna duda, un personaje más del film, un personaje además de gran relevancia en la historia.Y extraordinariamente bello.


Producida por Patrick Markey y Robert Redford para Columbia Pictures, “El río de la vida” (A river runs through it) era estrenada en Estados Unidos el 9 de octubre de 1992 tras ser presentada el anterior 13 de septiembre en el Festival Internacional de Cine de Toronto.

No era autobiográfica, pero era una reflexión única sobre el interior de Estados Unidos, que salía de las experiencias de Maclean y de las suyas propias. También era una construcción muy delicada que mereció todas las nominaciones a los diferentes premios y mucho más que eso. Tenía todas las características de un clásico intemporal
(Alan J. Pakula, cineasta estadounidense)




El río de la vida” recibió muy merecidamente el Oscar a la mejor fotografía, siendo también nominada a la mejor banda sonora y al mejor guión adaptado. Robert Redford fue candidato al Globo de Oro como mejor director y Mark Isham optó a a un Premio Grammy a la mejor composición instrumental.




El film se hizo además con un Readers’ Choice Award como mejor película extranjera en los Kinema Junpo Awards, un USC Scripter Award para Norman Maclean como autor y Richard Friedenberg como guionista en los USC Scripter Awards, y un Young Artist  para Joseph Gordon-Levitt en los Young Artist Awards.


Poesía en el texto, magia en las imágenes, emotividad en la música… Todo esto es “El río de la vida”, una maravillosa historia cinematográfica narrada de manera extraordinaria.