martes, 26 de noviembre de 2013

SONNY STEELE

Pollack arremete contra los mass media y elabora una fábula de aromas ecologistas acerca de la búsqueda de la libertad. Excelente trabajo de Redford, que se come incluso a la propia Jane Fonda
(Miguel Ángel Palomo. Diario El País)


A principios de 1979, Robert Redford y Sydney Pollack llevaban ya tras de sí un total de cuatro películas juntos como actor y director, respectivamente. “Propiedad condenada”, “Las aventuras de Jeremiah Johnson”, “Tal como éramos” y “Los tres días del cóndor”, ya cuatro clásicos de la historia del cine, a los que aún habrían de sumarse, tras “El jinete eléctrico”, “Memorias de África” y “Habana”, otras dos buenas historias cinematográficas.

En palabras de Sydney Pollack, la preproducción de “El jinete eléctrico” fue un auténtico descontrol, sin plan de reparto coherente, sin una organización sensata. En un principio tan sólo se contaba con un acuerdo para hacer una película para la empresa del productor norteamericano Ray Stark, una película que distribuiría Columbia. El proyecto elegido, “A place to come to”, había sido descartado y Pollack había encontrado entre los demás proyectos de Stark uno que, estaba seguro, le interesaría a Robert Redford.


Sonny Steele, el ejemplar personaje de Redford en “El jinete eléctrico”, marcaba el primer papel protagonista de Robert tras una voluntaria pausa de tres años (el último había sido su Bob Woodward de “Todos los hombres del Presidente”). Un retiro voluntario a su rancho de Utah durante el cual el actor tan sólo aceptó una breve intervención en la bélica “Un puente lejano”.

El jinete eléctrico” adaptaba a la pantalla una historia de Shelly Burton.

“Vi que teníamos problemas cuando encargué el primer guión. La historia se terminaba después del primer acto. Estuve dándole vueltas a algo más. Me gusta esa parte, estrujar un argumento. Decidí que la redención debía estar en una relación romántica. El amor tenía que salvar a Sonny. Así que inventamos el papel de Hallie Martin, una periodista de televisión que tiene la sensación de que Sonny es íntegro y lo persigue hasta el olvido para que le cuente su versión de la historia”
(Sydney Pollack)

Diane Keaton fue la primera opción para dar vida a Hallie Martin. Warren Beatty, entonces novio de Keaton, no le permitió aceptar el papel.

“Simplemente, Warren no quería que Diane besara a Bob Redford, la estrella más atractiva del mundo.
No era tonto, no quería competencia”


Redford sugirió entonces en su lugar a Jane Fonda, con la que ya había trabajado anteriormente en “La jauría humana” y “Descalzos por el parque”. Sydney Pollack también la había dirigido ya en “Danzad, danzad, malditos”, así que Jane fue finalmente la elegida.

Bob Garland, David Rayfiel y Alvin Sargent trabajaban mientras tanto en el guión cinematográfico de esta historia. Doce semanas antes del rodaje, Redford escribía en su ejemplar del último guión improvisado: “La presente versión está demasiado recargada. Demasiadas cosas, demasiado argumento, demasiada necesidad de justificar el tamaño de todo. Demasiado urbano, en lugar de sencillamente rural



Así que Pollack y Redford llegaban a reunirse a menudo para ir dándole mejor forma a la historia, al guión, a la película, visionando también con este objetivo un buen número de títulos cinematográficos.

“Fue el principio de la época del video doméstico, así que podíamos acceder fácilmente a las películas de Cary Grant, a las de Billy Wilder, que a Bob le encantaban, y a las de Frank Capra, que me encantaban a mí. De ellas sacamos la alegría y la luz e intentamos introducirlas en ‘El jinete eléctrico’. Siempre supimos que era una historia sobre el cinismo del mundo del espectáculo, sobre la explotación de las personas y los animales que caen en esa trampa, sobre cosas oscuras. Pero jugamos con ella hasta que encontramos una historia optimista. También tuvimos una suerte extraordinaria. La historia se volvió más fuerte con la relación de ambos actores, de Jane y de Bob. Los duros personajes se conocen, chocan y se enamoran. ¿Qué podría ser mejor que eso?”

También las notas que Sydney Pollack se había hecho antes de iniciar la producción, notas a las que llamó “Pensamientos nocturnos”, ayudaron a definir finalmente a los personajes.


Para Hallie escribió: “Cuando era una niña, mi príncipe iba vestido de blanco. Nunca hacía nada malo. La justicia, la moral y la ética estaban de su lado. Era algo enorme, realmente enorme. Supongo que como la mayoría de las fantasías”.


En la misma página, decía sobre Sonny: “Hay gente en África o en algún otro lugar perdido que cree que si les sacan una foto, no vivirán tanto, que les roban algo. Bueno, quizás sólo tengas una cierta cantidad de energía para dar, como una bombilla, y si otra gente te la consume continuamente, no te queda mucha”.





“Cuando conseguí estas frases, conseguí la película. A partir de este punto supimos quiénes eran los personajes, cómo se atraían y qué representaban realmente”

Redford añadía:

“Había demasiado desarrollo. Al final tenías sesenta maneras diferentes de mirar a Sonny. Quería verle como un tío que dice ‘Basta’. Lo ha dado todo hasta tal punto que está literalmente roto. Tiene la espalda mal, camina con un espasmo, como si cada paso le doliera. Su historia se resume en su manera de andar. Y el romance “tenía sentido, era una parte orgánica del relato, y con Jane fue fácil”




Para el crítico de cine Roger Ebert, y para muchos otros críticos, el punto fuerte de Pollack era haber “orquestado” la química entre Redford y Fonda. Como otros directores clásicos, escribía Ebert, Pollack entendia que "si tienes el chico adecuado y la chica adecuada, lo único que tienes que hacer es apartarte del camino”.

El reparto de “El jinete eléctrico” se completaba con nombres como John Saxon, Valerie Perrine, Wilford Brimley, Timothy Scott o el cantante country Willie Nelson.

Y, por supuesto, con el miembro más noble del reparto, el llamado en esta historia Estrella Ascendente.


Let’s Merge era el nombre real de este precioso purasangre de cinco años disciplinado en una escuela de equitación del valle de San Fernando (California). Como cabía esperar, Let’s Merge y Robert pronto se hicieron amigos.

Redford quiso hacer personalmente todas las escenas de acción con el caballo…



…incluyendo las de la secuencia de la persecución…


… y una especialmente complicada en la que debía montar a Let’s Merge entre el tráfico de Las Vegas en hora punta, algo que asombró a Sydney Pollack

“Creo que íntimamente fue lo que más le gustó. Fue personalmente muy simbólico, y un poco malicioso, ya que fastidió el tráfico y los negocios de la ciudad durante medio día”


El jinete eléctrico” nos ofrecía un sinfín de maravillosas imágenes firmadas con gran maestría por el neoyorkino Owen Roizman, de quien el público americano había visto ya otros trabajos en títulos como “The French Connection”, “Sueños de un seductor”, “El exorcista”, “Los tres días del cóndor” o “Network, un mundo implacable”.


La película era redondeada con la preciosa banda sonora de Dave Grusin, quien ya había trabajado con Pollack en “Yakuza”, “Los tres días del cóndor”, “Un instante, una vida” y, tras “El jinete eléctrico”, volvería a hacerlo en “Ausencia de malicia”, “Tootsie”, “Habana”, “La tapadera” y “Caprichos del destino”.

Entre “Tootsie” y “Habana”, Redford le elegía también para su mágica “Un lugar llamado Milagro”,  sin ninguna duda la obra maestra musical de Grusin en el cine.


Producción de Ronald L. Schwary y Ray Stark para Columbia Pictures, “El jinete eléctrico” (The electric horseman) era estrenada en Nueva York el 19 de diciembre de 1979.

En los descansos de rodaje de “El jinete eléctrico”, Jane Fonda impartía clases de gimnasia a los miembros del equipo de la película.



Redford, por su parte, disfrutaba cuidando al caballo.

“Cuidar al caballo me mantenía en forma.
A veces me comunico mejor con los caballos que con las personas”


Al acabar la producción, Robert compró a Let’s Merge y se lo llevó a su rancho en Utah, donde el caballo vivió dieciocho placenteros años más.


“Este caballo es un campeón y tiene un corazón del tamaño de una locomotora, y me quedo corto. Y tiene más empuje y más… alma que muchas personas. Y le colocan luces, y le hacen trotar en un escenario con coristas. Este animal lleva una vida de… perro, de modo que por eso me lo llevé”
(SONNY STEELE)