sábado, 18 de agosto de 2012

REDFORD Y POLLACK, ROBERT Y SYDNEY

The natural Redford” cumple hoy su segundo aniversario. Hoy es también el cumpleaños de nuestro admiradísimo rubio… ¡Muchísimas felicidades, Robert!


Ah, genial, has invitado a Sydney Pollack, tu espíritu afín, quién mejor para celebrar ambos acontecimientos. Pues allá vamos, chicos…


Sydney se había preparado como actor en la prestigiosa escuela Neighborhood Playhouse School of Theater de Nueva York. Pasado un tiempo Sandford Meisner, su maestro en dicha escuela, le pidió que enseñara junto a él. Tras de sí traía Pollack además una experiencia de seis años como actor en diversas series televisivas. Redford también había aparecido ya como actor en la pequeña pantalla, aunque llevaba menos tiempo que Sydney en ella, apenas un par de años.


Robert Redford y Sydney Pollack se conocieron en 1962 en el rodaje de “War hunt”, título que suponía para ambos su debut como actores en la gran pantalla.

“Fue Stark Hesseltine quien me despertó el interés por Redford. No paraba de contarme historias sobre aquel joven dios del surf rubio, sobre lo gran tipo que era. Por eso quise conocer a Bob. Éste es un negocio en el que las apariencias y la realidad compiten entre sí. No obstante, pronto te acostumbras a ver más allá, y lo que vi en Bob, como Stark decía, era un hombre de calidad”


“Éramos físicamente muy distintos. Bob era muy deportista, eso nunca fue lo mío, ni siquiera había sostenido una raqueta de tenis en mi vida. Pero la competitividad de Bob era contagiosa, y aunque siempre estaba practicando algún deporte o comprobando los resultados de los partidos, su espíritu competitivo era mucho más amplio y sano que eso. Le salía de dentro, del espíritu de aquellos tiempos, del espíritu Kennedy. Incluso si no eras una persona política, y Bob entonces sólo lo era en parte, era imposible no sentirse agitado por todos los cambios que estaban teniendo lugar en 1961. Bob estaba lleno de energía, y por ello resultaba muy interesante estar con él”

“A pesar de que no prestaba demasiada atención, la información se filtraba en mí... Era una época de cuestionamiento general que me alegraba y en la que disfrutaba discutiendo al respecto con Sydney. Éramos la clase de actores que evitaban ver grandes producciones como “Cleopatra” y preferían el nuevo trabajo de los europeos. De modo que apoyábamos todo lo que fuera diferente”

En 1966, Sydney Pollack había dirigido ya su primera película, “La vida vale más”. Redford, por su parte, ya había rodado “Situación desesperada, pero menos”, “La rebelde” y “La jauría humana”.


Entonces fue cuando Natalie Wood, que había trabajado anteriormente con Redford en “La rebelde”, le propuso a Robert el protagonista masculino de “Propiedad condenada” (1966), un nuevo proyecto cinematográfico basado en una obra de Tennessee Williams que contaba ya con tres candidatos para dirigirla: Arthur Hiller, John Frankenheimer y Clive Donner, aunque ninguno de ellos había confirmado nada. Redford le habló a Natalie de Sydney Pollack, al que ella aún no conocía. Redford le dijo: “Es el nuevo director de moda. ¿No has oído hablar de “La vida vale más”? ¿Han estado ocultándotelo?

Wood concertó entonces una entrevista con Pollack, quien ya había obtenido un Emmy como director televisivo y estaba funcionando bien en su debut cinematográfico como director.

“Éramos como dos mariposas emergiendo a la vez. Compartíamos un estado oscuro y depresivo cuando nos reuníamos, y por aquel entonces nos veíamos mucho… Conversábamos sin cesar. Estábamos rodeados de numerosos intelectuales, pero nosotros éramos autodidactas; lo hicimos nosotros solos. Nos gustaba el drama, la fantasía, la idea del Método, pero detestábamos la moda. Para mí, Kazan era Dios. Sin embargo, como Bob, detestaba toda esa pretenciosa pesadez existencial. Básicamente, estábamos en la misma onda, de modo que todo el tiempo que pasábamos juntos parecía productivo”


“Mucho antes de que Sydney me dirigiera, la dinámica director-actor estaba en juego. Era un diálogo que podía inclinarse hacia un lado u otro, una auténtica interactividad productiva basada en nuestra curiosidad por el mundo y en el deseo de innovar en las plataformas convencionales. Y de ese vínculo surgió 'Propiedad condenada'”

Tras “Propiedad condenada”, Sydney Pollack dirigía “El camino de la venganza”, “El nadador”, “La fortaleza”, “Danzad, danzad, malditos”… Redford rodaba mientras tanto “Descalzos por el parque”, “Dos hombres y un destino”, “El valle del fugitivo”, “El descenso de la muerte”, “El precio del fracaso”, “Un diamante al rojo vivo”, “El candidato”…

“Pollack ha sido actor y de los buenos, tanto que puede compartir los sentimientos de un intérprete al que está dirigiendo sin por ello olvidarse del puesto crítico que le corresponde como cineasta. Pero si tiene que pedir que se rehaga la escena, al pedirle una explicación sobre la causa de la repetición, dira como cualquier actor: 'No la he visto, no lo siento'”


Cuando en 1972 Redford decidía protagonizar “Las aventuras de Jeremiah Johnson”, volvía a pensar nuevamente en Pollack como director y éste accedía de inmediato.

“Narraba la historia de un auténtico hombre de montaña basada en hechos bien documentados y más cercana al auténtico Oeste que nada que hubiese leído o visto antes. Establecí algunas conexiones simples: las Montañas Rocosas, donde yo había vivido, la naturaleza, la autenticidad, los hombres que habitan la frontera, la realidad. Le dije a Sydney: ‘Tenemos que hacer esto de un modo realista, no hay otra opción. Hagámoslo’”

Pollack, sin embargo, era de la opinión de que no se podía rodar íntegramente por esa zona al contar la película con un presupuesto de tan sólo cuatro millones de dólares. “Era muy cabezota, intenté convencerle, le rogué, hasta que al final dije: ‘Va a ser un infierno, pero al final se saldrá con la suya’”. Efectivamente, a Redford le costó lo suyo pero, finalmente, lo consiguió.


Las aventuras de Jeremiah Johnson” fue presentada en el Festival de Cannes y allí mismo  Pollack le ofrecía a Redford un nuevo proyecto conjunto. Se trataba de “Tal como éramos” (1973), de la que en un principio Redford no quiso ni leer el guión.

“No pensaba dejarlo fuera. Le dije: ‘Te equivocas. No se trata de una obra difusa para Barbra Streissand. Tiene sustancia, y es política’. Le presioné durante todo el verano en cuanto regresamos de Cannes”

Al ver que no conseguía nada, Pollack decidió acampar en el vestíbulo de Wildwood (la productora de Redford) en Nueva York. “Era un proceso de desgaste, él lo usó conmigo con Jeremiah, se la estaba devolviendo".


"Sabía lo incómodo que se sentía con el papel de Hubbell, y al mismo tiempo sabía que sabría hacerlo grande. Se dejaba guiar y respondía muy bien a mis indicaciones, lo cual era bastante”

“Todo el mérito es de Sydney. Respondió de manera fantástica a mis preocupaciones respecto al guión. Hubo una adición de último minuto: Alvin Sargent y Rayfield finalmente le dieron a Hubbell un punto de vista. Hasta entonces, era el títere de Katie, el tipo que ni apoyaba su comunismo ni delataba a nadie…


… Al final Sydney cedió ante la parte de la historia de amor. Anunció: 'Esto es principalmente una historia de amor' y obedecimos. Confiamos en sus instintos, y tenía razón. 'Tal como éramos' fue un éxito porque Sydney controló el proyecto desde su punto de vista”

Tras el éxito de “Tal como éramos”, Pollack dirigía “Yakuza” y Redford rodaba  “El golpe”, “El gran Gatsby”, “El carnaval de las águilas”… Y en 1974 le llegaba a Redford un guión que había sido adaptado de una novela corta. La película se llamó “Los tres días del cóndor” (1975).


“En un principio no era algo que me interesara, era una chapuza, estaba ambientada en Washington, y al final había unos sujetos que se lanzaban en paracaídas con ametralladoras, armas potentes y heroína, el tipo de proyecto que no me entusiasmaba personalmente. Pero entre todo eso había un buen concepto, el de un hombre que luchaba por manejar una situación que no entendía. Trataba sobre la paranoia y eso me encantó”

Así que Redford llamó de nuevo a la puerta de Pollack diciéndole: “Esto tiene algo. Léelo y dime si crees que podemos modificarlo, yo creo que sí.


“El instinto de Bob era muy preciso. El guión era semejante a las muñecas rusas, contenía la impresionante historia personal de Joe Turner, un hombre que confía en su organización y de repente se despierta un día y ve que todo aquello en lo que creía le da la espalda y todos le persiguen”

“Sydney nunca había hecho una película que se moviera tan rápido como un tren en marcha, ni que pareciera tan tensa. Era un nuevo estilo de trabajo para él y marcó el nivel de todos sus thrillers posteriores”


Tras “Los tres días del cóndor”, Sydney dirigía “Un instante, una vida” y Redford rodaba “Todos los hombres del Presidente” y “Un puente lejano”.

“Muy pocos actores escuchan como él. La mayoría suele actuar escuchándose a sí mismos en lugar de a los demás. Pero Bob muestra una especial atención a lo que los otros dicen, y creo que eso es realmente maravilloso”


La preproducción de “El jinete eléctrico” (1979), siguiente proyecto de Pollack y Redford, empezó sin guión y sin un plan de reparto coherente. Pero Pollack sabía que esta historia le iba a interesar a Robert, ya que éste había estado especulando con la idea de hacer una película sobre rodeo y el argumento de esta historia era perfecto para él.

“Fue al principio de la época del video doméstico, así que podíamos acceder fácilmente a las viejas películas de Cary Grant, a las de Billy Wilder, que a Bob le encantaban, y a las de Frank Capra, que me encantaban a mí. De ellas sacamos la alegría y la luz e intentamos introducirlas en 'El jinete eléctrico'”


Durante el rodaje de esta maravillosa película, Jane Fonda se dedicaba a dar clases de gimnasia a los miembros del equipo. Redford, por su parte, disfrutaba cuidando de los caballos.

Tras “El jinete eléctrico”, Sydney dirigía “Ausencia de malicia” y “Tootsie”. Mientras, Redford protagonizaba “Brubaker” y “El mejor”.


Y tras “Tootsie”, Pollack buscaba algo más cerebral. Universal había comprado los derechos de una novela de Isak Dinesen y tras tantear a Redford como director contrató finalmente a Pollack, que quería a su vez a Redford para el protagonista masculino. Director y actor iniciaron de nuevo su rutina de charlas junto al fuego para construir “Memorias de África” (1985).


“Era el único que podía hacer creíble al personaje en “Memorias de África”: un tipo enigmático, romántico y atractivo para las mujeres. De todas las películas que ha hecho, creo que era ésta la que más encajaba con su personalidad… Había grandes ventajas desde el punto de vista de la adaptación. Sus escritos autobiográficos eran muy analíticos, lo que nos permitía entrar con mucha precisión en su corazón y en su alma. Y por supuesto estaba la inmensidad del paisaje, que creaba un fondo extraordinario para contar historias”

“Yo estaba tan estimulado como Sydney. Pero veía el riesgo de las películas “americanas en el extranjero”… Pensé que tenía una cosa a su favor: se narraba una maravillosa historia de amor y Sydney era muy bueno con ellas”

Tras llevar a la pantalla a su Denys Finch Hatton, Redford protagonizó “Peligrosamente juntos”…


… antes de la que iba a ser su última colaboración con Pollack: “Habana” (1990). Sydney se había enamorado de Cuba al visitarla en 1978. “Entendí enseguida lo que Hemingway le veía y me imaginé cómo debía ser cuando él estaba ahí y el futuro era una promesa”. Y este último proyecto conjunto sirvió para acercar a los dos amigos, algo distanciados tras “Memorias de África”.

“Sentía un afecto por Sydney que nunca desapareció. También admiraba su creatividad y apreciaba lo que me había dado durante estos más de veinte años de buena colaboración”


Para Pollack Jack Weil era similar a Finch Hatton. Redford veía en su personaje algo distinto.

“Weil fue uno de los personajes más interesantes porque me identificaba con su viaje personal. Era un hombre al final de un largo viaje aceptando los límites de su sueño y enfrentándose a ellos. Me identificaba personalmente”


Robert Redford le sirvió siete veces de protagonista a Sydney Pollack, según comentó el propio director, porque entre otras tantas estrellas Robert lograba contener el dolor mejor que todos ellas. El romántico y maravilloso cineasta nos dejaba, muy tristemente, el 26 de Mayo de 2008 a los 73 años de edad.

“Mi relación con Sydney tanto profesional como personal abarca más de cuarenta años. Todo es demasiado personal para expresarlo en dos palabras”


Pero Sydney nos ha dejado también al Owen de “Propiedad condenada”, a Jeremiah Johnson, al Hubbell de “Tal como éramos”, al Joseph Turner de “Los tres días del cóndor”, al Sonny de “El jinete eléctrico”, a Denys Finch Hatton y al Jack Weil de “Habana”.

Todos ellos inolvidables personajes de la historia del cine que compartían además el saber hacer, la presencia, la elegancia y el increíble físico de Robert Redford. ¿Y qué más se puede pedir?

“He tenido diferentes relaciones con los directores, la más antigua con Sydney Pollack, ambos trabajamos juntos como actores. Siempre me sentía a gusto cuando Sydney era el director y yo era el actor porque él sabía lo que hacía. Nunca prestaba mucha atención a lo que él hacía con la cámara. Aunque a veces estábamos en un sitio y él apuntaba con la cámara, y yo le preguntaba: ‘¿Cómo es que tienes la cámara mirando hacia ahí? ¿No es ésta una toma mejor?’ Y él me decía: ‘¿Te importaría ir a tomar un café o a dar una vuelta por el bosque un rato?’”
(ROBERT REDFORD)